Alarico. El rey de los godos by Blas Alascio

Alarico. El rey de los godos by Blas Alascio

autor:Blas Alascio [Alascio, Blas]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-04-27T00:00:00+00:00


* * *

Las noticias que llegaban a los campamentos habían revolucionado a la nación goda. Estaban impactados por las solemnes exequias de que el rey Atanarico había sido objeto en Constantinopla por parte del emperador, quien había presidido el funeral y todos los actos de homenaje. Días después, Teodosio ordenó enviar su cadáver hasta el campamento de Fritigerno instalado en la Tracia al sur de Adrianópolis, para que se celebrasen unos funerales góticos. Además, durante los últimos meses no se habían producido encontronazos ni batallas entre los godos y el imperio. Parecía como si los romanos hubieran decidido retirarse con el otoño y durante la primavera no habían hecho ningún movimiento hostil.

Ante una situación tan insólita, Fritigerno había reunido en su tienda a un grupo de notables para consensuar las decisiones futuras.

—Los informadores dicen que las legiones romanas siguen acampadas y sin intención de atacarnos. Además, las tropas de los generales de Occidente se han retirado y ya han pasado los Alpes Julianos en dirección a Italia —dijo Fritigerno—. ¿Debemos interpretar estos hechos como señales que el emperador nos envía para demostrarnos que quiere negociar con nosotros?

—No podemos precipitarnos —afirmó Ulfilas—. El emperador tiene en su poder a Alarico y a Ataúlfo y, aunque sabemos que no han sufrido daño alguno y parece que los trata como invitados, siguen siendo rehenes.

—Debemos traerlos cuanto antes —opinó Fritigerno—. Aunque sepamos que no corren peligro, los partidarios de Sarus llevan varios meses extendiendo el rumor de que se comportan como patricios romanos. Sostienen que cuando vuelvan lo harán como traidores o espías al servicio de Teodosio, quien los trata como si fueran miembros de la familia imperial y no como prisioneros. Van diciendo que es muy extraño que solo ellos se salvaran de ser degollados y que ya ha habido un pacto secreto de rendición entre algunos caudillos y el emperador Teodosio a cambio de una enorme suma de oro.

—Esas habladurías me preocupan y mucho —intervino Rocestes—. Recuerdo la pelea a muerte entre Alarico y Sarus cuando eran niños. Y desde entonces Sarus, el Oso como suelen llamarlo, ha intentado por todos los medios adquirir protagonismo para impedir la coronación de Alarico como rey. Esa bestia no parará hasta enfrentarse con él porque sabe que, con su envergadura, puede vencer a cualquiera por muy fuerte que sea. Nos ocuparemos también de eso, pero ahora lo importante es que el general que ordenó degollar a los hijos de los caudillos no ha sido castigado. Mientras eso no se produzca no podemos negociar.

—Teodosio no está en condiciones de imponer nada —dijo Fritigerno—. No tiene suficientes tropas para vencernos. Por ahora nos mantendremos firmes, pero no atacaremos si las legiones no lo hacen.

Al frente del destacamento militar que custodiaba los restos de Atanarico estaban el general Saturnino y Estilicón, si bien en la comitiva iban también el rétor Temistio y el eunuco Eutropio, ya como gran chambelán, que cada día que pasaba gozaba de más confianza por parte de Teodosio. Alarico no había recibido autorización para formar parte del séquito.



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